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ENSAYO: ÍNDICE DE RESEÑAS O POSOLOGÍAS.

 NUEVA: ARIANA HARWICZ, EL RUIDO DE UNA ÉPOCA. Gatopardo.

ANTONIO RIVERO TARAVILLO, UN HOGAR EN EL LIBRO. Newcastle ediciones.

JAVIER JIMÉNEZ, DESVÍO A TRIESTE.  Fórcola ediciones. 

MARIO CALABRESI, SALIR DE LA NOCHE, Libros del Asteroide.

GREGORIO LURI: EN BUSCA DEL TIEMPO EN QUE VIVIMOS, Deusto.

JUAN ÁNGEL JURISTO, MI LONDRES SENTIMENTAL. Confluencias.

Todas las reseñas pueden leerse en esta web o descargar en un PDF.

Harwicz
EL RUIDO DE UNA ÉPOCA

NUEVA

Rivero Taravillo
UN HOGAR EN EL LIBRO

Jiménez
DESVÍO A TRIESTE

Calabresi
SALIR DE LA NOCHE

Luri
En busca del tiempo en que vivimos

Juristo
Mi Londres sentimental

Ariana Harwicz
SOBRE TODO Y CONTRA TODO,  ACERCA DE 
EL RUIDO DE UNA ÉPOCA.

ARIANA HARWICZ
EL RUIDO DE UNA ÉPOCA

GATOPARDO, 2023
169 PÁGINAS.
ENSAYO / DIARIOS / EPISTOLAR Contemporaneidades

Sobre todo y contra todo.
SOBRE EL RUIDO DE UNA ÉPOCA  DE ARIANA HARWICZ.

La primera en la frente. Así podríamos definir el comienzo de este libro misceláneo, catalogado como ensayo, pero que compendia apuntes, reflexiones, notas de diario, cartas y otros textos difícilmente clasificables. Todo en este volumen es ambiguo y, sin embargo, certero. Veamos ese comienzo, al que he aludido: “Lo políticamente correcto es la gangrena del arte de este siglo”.

No espere, por tanto, el lector moderno, el que acude a textos blandos, convenientemente matizados y construidos de acuerdo con los dictámenes del momento, ninguna compasión. Encontramos aquí una sucesión de pensamientos y reflexiones que no parecen escritos al azar sino bien pensados y argumentados. Y se leen como puñaladas y con el desasosiego ante este mundo ruidoso que nos llena de polémicas por doquier, cancelaciones al por mayor y reinterpretaciones de los clásicos como moneda de cambio. Sin ir mucho más allá en el tiempo, hace pocos días, un ministro de Cultura español, de cuyo nombre no quiero acordarme (entre otras cosas porque no me acuerdo), nada menos que un ministro, decía, propone una desmantelación de los museos del país dado su alto grado de colonialismo. En fin. Ruido.

Ariana Harwicz es una escritora talentosa, hábil en el uso de las paradojas y las polémicas, como también lo es en la estructura heterogénea de esta obra: una primera parte plena de reflexiones breves y dispares; una segunda parte de carácter epistolar con el escritor Adan Kovacsics y una tercera, de textos algo más largos, con el sugestivo título de “El escritor aparenta ser un moribundo”.

El escritor es un moribundo porque se agota en su propia obra y porque dialoga siempre con otros escritores, con otros muertos. Precisamente es en esta tercera parte donde encontramos algunas de las ideas más clarificadoras de la escritora. El último texto es plenamente musical (Chopin, Schönberg, Glenn Gould…) y es donde Harwicz se para a pensar sobre el sentido del ruido. Durante mucho tiempo se ha entendido la literatura y, especialmente, la poesía como una isla de silencio en un mundo ruidoso. Ocurre esto desde el romanticismo y se ha acelerado esta desconexión sobre todo en el siglo XX. Nuestro siglo actual es desordenado, caótico, con fuerzas centrífugas y centrípetas que jamás convergen ni dialogan. Es el momento de pensar si la literatura debe continuar en ese islote privilegiado o enfangarse, ensuciarse y contagiarse del ruido ensordecedor. Compara Harwicz el prodigio de la escritura con la tensión silenciosa del pianista, presto a interpretar la primera nota. A partir de ahí, y es por ello clarividente este último texto, la autora navega contra toda tormenta ante las estulticias y las banalidades de este siglo. O, como señaló antes, “me da pena que mi hijo a los veinte, en 2030, baile en Tik-Tok monitoreado como un niño” (página 155).

Frente a los logros de las grandes novelas decimonónicas, estamos en 2024 y ya hay quien destaca la incapacidad manifiesta de la novela del XXI para lidiar con este ruido y con toda esta furia. Las novelas, salvo excepciones, se convierten en artilugios propagandísticos de los temas vigentes, aquellos que a su vez triunfan cada día en las redes sociales. Leemos lo que queremos leer. Hay quien pronostica, por ello, un esplendor del ensayo y de los géneros misceláneos, ya sea en forma de tratados como de otros de extensión menor o de relevancia lateral como aforismos, paradojas, memorias confesiones o diarios. No nos atreveríamos, una vez más, a certificar la muerte de la novela, sabiendo además que Ariana Harwicz es autora de varias. Hay algo que engancha en este bellísimo volumen publicado primorosamente por Gatopardo (hay incluso fotografías de las anotaciones manuscritas). Y es que en sus menos de doscientas páginas alguien ha venido aquí para incomodarnos, para interrogarnos y para tirarnos de la oreja con el insolente propósito de que afinemos nuestros principales sentidos ante este ruido que ensordece. Harwicz no se corta al abordar asuntos como la cancelación de la cultura, la libertad de pensamiento en nuestro tiempo, la cuestión judía, tan de actualidad en estos momentos o abre debates enjundiosos sobre la obra de autores como Kertész, Sartre, Sandor Marai o Proust. El ruido de una época, que llegó a las librerías en el último trimestre de 2023, ha sido mi primera lectura de este nuevo año y no puedo dejar de recomendarlo. Por algo dice la autora, parafraseando a Kertész, cuyo magisterio revolotea por todo el texto, “escribir es un tiro al corazón”. Escribir, como vimos, es un acto de silencio, un acto épico e individual que nada cambia. Podemos callar, evidentemente, pero nos haría mucho más cómplices de la idiotez, y quizá nunca nos recuperemos de tamaña cobardía. Mucha atención a Ariana Harwicz. Y regalen este libro.



David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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Una cita del libro

"¿Por qué el escritor debería acoplarse a la mentalidad de su tiempo? Las mejores obras han sido transversales, oblicuas: se adelantaron al pensamiento de su época, o retrocedieron. Si se aplican los límites de la vida civil a la ficción, qué sentido tiene el arte. Es como una copia mala de la vida. El arte es una visión, y las visiones son siempre proféticas." (ARIANA HARWICZ)

Antonio Rivero Taravillo
LOS LIBROS ENTRE NÚMEROS Y PASIONES, SOBRE 
UN HOGAR EN EL LIBRO.

ANTONIO RIVERO TARAVILLO.
UN HOGAR EN EL LIBRO
NEWCASTLE, 2023
217 PÁGINAS.
ENSAYO / MEMORIAS / BIBLIOFILIA Contemporaneidades

Los libros entre números y pasiones

SOBRE UN HOGAR EN EL LIBRO DE ANTONIO RIVERO TARAVILLO.

Me gustan los libros de carácter literario que tratan sobre procesos, sobre la manera en que se han hecho las cosas. Sospecho que es más fácil, con permiso de Tolstoi, narrar un gran acontecimiento histórico, una gran batalla o un atentado que contar de manera cuidadosa e interesante los pequeños devenires de un proyecto. Un mal escritor se puede perder en la ramplona facilidad de lo que nos circunda. Aparte de ese tipo de publicaciones, como curioso lector, también me apasionan los libros sobre libros, sobre editoriales, sobre editores, sobre libreros y sobre librerías. Del primer tipo de aportaciones, hemos reseñado recientemente el excelente Paseo de Juan Martínez de las Rivas, sobre la creación de un jardín personal. En cuanto al mundo concreto y expansivo del libro hay una bibliografía extensa y curiosa. No me refiero a tratados académicos u otros estudios literarios, sino más bien a pequeños volúmenes que hacen las delicias de letraheridos, compradores, bibliófilos o lectores sensibles. Hay pequeños ensayos certeros como puñales (Los demasiados libros), memorias de editores (Llamémosla Random House) o pequeñas memorias, más o menos ficcionales sobre las librerías. Clásicos ya de esta especie son, por ejemplo, La librería ambulante, 84 Charing Cross o La librería de Penelope Fitzgerald. Geográficamente cercano al volumen que destacamos hoy estaría Rialto 11 de Belén Rubiano (Libros del Asteroide), sobre el auge y caída de una pequeña librería sevillana. Y a Sevilla precisamente llegó Casa del Libro hace ya unos cuantos años. Su puesta en marcha la protagonizó un reputado traductor, un excelente ensayista y biógrafo, un exquisito poeta y un lector voraz: Antonio Rivero Taravillo.

Un hogar en el libro (que publica Newcastle, ese paraíso de libros pequeños cuidadosamente seleccionados) es una memoria personal sobre un proceso. Para que el lector tenga conciencia crítica de lo narrado, hay que situarse en un momento preciso previo a la gran crisis, esa que se tragó ilustres librerías, cuando el gigante Amazon no fagocitaba todo el mercado y el libro digital era todavía una anécdota (en parte lo sigue siendo pero Amazon sí ha cumplido por desgracia su amenaza invasora). El proceso de apertura de una gran librería en el centro de Sevilla, auspiciada por un gran grupo como Planeta, conlleva un larguísimo inventario de eventos y decisiones que, lejos de abrumar al lector como si de un libro empresarial al uso se tratara, se lee de manera curiosa y deseante. Rivero Taravillo nos habla, por tanto, de la situación del libro y de las librerías de aquel momento, de las decisiones a veces arduas que hubieron de tomarse para poner en marcha un proyecto que, como todos, nunca es fácil: acomodación del local, gestión del stock, selección del personal. Pero fuera de los números también se habla aquí de los éxitos, de las ventas, los viajes, de las presentaciones y las visitas de escritores que incluyen, como siempre, una retahíla de anécdotas que no dejarán indiferente a ninguno de los lectores.


David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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Una cita del libro

"Recogí mis cosas, llené un par de bolsas y quedé en regresar unos días después a llevarme el resto. Al salir a la calle, el sol de noviembre lucía espléndido, menos frío de lo que el calendario podía sugerir. Y aunque sabía a ciencia cierta que estaba en el planeta Tierra, la ingravidez me hacia pensar que más bien me hallaba en su satélite la Luna." (ANTONIO RIVERO TARAVILLO)

Javier Jiménez.
UN RINCÓN DE NUESTRA BIBLIOTECA, SOBRE 
DESVÍO A TRIESTE.

JAVIER JIMÉNEZ.
DESVÍO A TRIESTE. Rompeolas de todas las Europas.
FÓRCOLA, 2023
332 PÁGINAS.
ENSAYO / VIAJES / MEMORIA LITERARIA Contemporaneidades

Un rincón de nuestra biblioteca.
SOBRE EL DESVÍO A TRIESTE DE JAVIER JIMÉNEZ.

Quizá de manera casual, quizá de forma intencionada, existen muchos lectores que le dedican un pequeño estante de su nutrida o correcta biblioteca a ciudades como Londres, Nueva York, París o Venecia. Ciudades literarias, ciudades escritas y descritas o espacios en donde el tiempo se ha detenido con aroma de papel y sufrimiento de escritura. Es esto lógico cuando nos referimos a urbes de tamaña importancia cultural e histórica. Pero hay otro pequeño reducto de lectores que dedican otro espacio de su biblioteca a una ciudad extraña no solo en lo geográfico sino también en lo histórico: Trieste, que ahora es de Italia, aunque sea la menos italiana de sus poblaciones. Podemos empezar con las consabidas alusiones a grandes maestros de las letras como Joyce, Svevo, Zweig o Umberto Saba. Pero para algunos lectores españoles Trieste será también la editorial de Trapiello, de la que ocasionalmente encontramos joyas en mercadillos y librerías de segunda mano. Y si profundizamos, cómo no, será la ciudad vital y libresca de Claudio Magris, la de Marisa Madieri, o la de Giani Stuparich. Todos estos son pequeños regocijos que nos han ido acompañando en la última década gracias a la editorial Minúscula. Pero existe otra editorial independiente, de esas que hay que buscar con cuidado y de manera selecta en los anaqueles. Hablamos de Fórcola, quien ya nos presentó otros libros triestinos en sus colecciones: como, por ejemplo, el  Alfabeto Triestino de Brussell aparecido en mayo de 2022. Si usted posee alguno de esos autores o títulos, ya tiene un motivo para construirse una isla en su biblioteca como particular homenaje a una ciudad portuaria al borde y al margen de todo. En realidad, con el libro de Javier Jiménez que ahora reseñamos, llega la quintaesencia del amor por esta localidad costera, tan italiana, tan europea, tan austriaca y tan adriática, tan mediterránea y tan balcánica. ¿Me he pasado de gentilicios? ¿Es posible conjugar en un único lugar todo esto?

El título del libro es de lo más acertado. Para llegar a Trieste hay que desviarse, ir más allá de Venecia antes de adentrarse en Eslovenia. Hemos visitado en algunas ocasiones esta ciudad no por la fascinación turística hacia un monumento concreto sino por un espíritu libre en el que se conjuga un pasado de frontera y una excelsa memoria literaria. Y lejos de creerse uno traicionado, como aquel pobre turista que se ve inmerso en el desencanto de contemplar el Vaticano o la torre de Pisa junto a hordas de grupos y visitantes en chancletas, aquí gratifica pertenecer a una comunidad de letraheridos, de admiradores, de solitarios.
Son muchos los atractivos de este libro. Todo en él es un desvío, una suerte de laberinto estético y vital donde se mezclan lugares, momentos y personajes. Porque cualquier admirador de Trieste sabe que es un espacio de difícil categorización y jerarquización. El autor, por ejemplo, vuelve en algún pasaje a la cercana Venecia, se recrea en las apariciones de la imaginada y añorada Brigadoon en tierras escocesas, vamos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, se nos llena de fantasmas y de desapariciones (inquietantes los capítulos dedicados a los judíos triestinos), soñamos esperanzados con Garibaldi pero no menos con la Trieste austrohúngara consumida en edificios vieneses, valses y emperatrices. Y por debajo de la letra, o envolviéndola, hay una música. La que nos ofrece Javier Jiménez al final de cada capítulo y un preciso código QR en las páginas finales del volumen para aquellos espíritus melómanos e inquietos. Confieso que hice una primera lectura sin atender a la música y que, en un segundo repaso, sí he probado la relectura de algunos pasajes al calor de los compases propuestos. De igual modo, y como complemento, las páginas centrales incorporan un precioso álbum con algunos de los cuadros a los que se alude o con retratos de los biografiados.

¿Qué catalogación se puede dar a un libro como este? Es cierto que posee una excelente documentación, una ingente bibliografía y un rigor investigador increíble. Pero más allá de eso, es el homenaje de un viajero que antes fue lector. Javier Jiménez revive sus lecturas y lee sus pasos sobre una ciudad extraña que, como dice el subtítulo, fue rompeolas de todas las Europas. Merece la pena leerlo. Y después, en soledad, llevarlo al santuario: Desvío a Trieste tiene ya su acomodo en el querido estante triestino. Y a diferencia de lo que acontece con otras grandes ciudades, sabe uno que no necesita volver cada año por allí , ni pisar las calles, ni sufrir la gélida Bora, el característico viento del lugar, porque hay un grupo de libros que son y serán su más segura embajada. Trieste es una ciudad de papel, cada lector es su guardián. Javier Jiménez es ya su actual diplomático literario.


David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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Una cita del libro

"De mis varias visitas a Trieste y la provincia dan fe cientos de fotografías digitales -guardadas en el disco duro de mi ordenador; ya no hacemos álbumes de fotos, como cuando éramos jóvenes-, muchas anécdotas y buenos recuerdos. El viaje imaginario, literario y sentimental es otro, que es el que he intentado compartir con los lectores en este libro que, sin han llegado hasta aquí, espero que lo hayan disfrutado". (Javier Jiménez, página 280)

Mario Calabresi
El PERDÓN Y LOS VERDUGOS:
SOBRE 
SALIR DE LA NOCHE.

MARIO CALABRESI
SALIR DE LA NOCHE. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo.
LIBROS DEL ASTEROIDE, 2023
164 PÁGINAS.
ENSAYO / HISTORIA / MEMORIAS Contemporaneidades

EL PERDÓN Y LOS VERDUGOS.
SOBRE SALIR DE LA NOCHE DE MARIO CALABRESI.

Menos mediático que el asesinato de Aldo Moro en 1978, lo cierto es que el atentado contra el comisario Luigi Calabresi en Milán en 1972 fue una larga condena a muerte, tan cruel como literaria, pues se trató de una especie de “crónica de una muerte anunciada” cuyo dolor, pesquisas y consecuencias han sido una herida no cerrada durante años en la memoria de los italianos, y especialmente de los milaneses. Las actuaciones en vida de este comisario culto, familiar y dialogante así como la encarnizada y cruel puesta en el punto de mira por parte de la prensa, de los grupos de la izquierda y de muchos ciudadanos desde la desventurada caída del anarquista Pinelli también en Milán, constituyen en conjunto un dificilísimo caleidoscopio de posicionamientos, de prejuicios y de restituciones que no ha resultado fácil cerrar. Y me temo que con las nuevas polarizaciones políticas que sufren países como Italia o España se reabrirán de nuevo.

La historia de Calabresi es tan cruel, prolongada y dramática que resulta apasionante. Fue hace muchos años, en efecto, cuando supe de la historia de este comisario gracias a unas largas entrevistas televisivas al genial historiador y periodista Indro Montanelli, una de las glorias de Milán. No dejaba en esas declaraciones títere con cabeza en una clara acusación contra la prensa y la llamada “intelligentsia” progresista del país que, finalmente, culminó en un tardío asesinato por la espalda (pasaron casi tres años desde el incidente del anarquista hasta el tiroteo) cuando el comisario Calabresi, padre de tres hijos, se dirigía como cada mañana a su trabajo. Leí después numerosos artículos sobre el tema, así como la famosa obra teatral de Dario Fo, quien sin duda se vio inmerso en esa vorágine y atmósfera acusadora contra el comisario. Y muchas veces he pasado por el lugar de los hechos, así como por la Questura o Comisaría de Vía Fatebenefratelli, donde se embrolló una madeja que ya venía especialmente compleja en aquellos años de plomo.

Salir de la noche, que ahora recupera Libros del Asteroide, con un interesante prólogo de Enric González, que fue corresponsal y autor de la magistral crónica Historias de Roma, es la historia de Italia pero también la historia de superación de un drama que parte con los ojos de un niño que no volverá a ver a su padre, convertido en la etapa adulta en un gran periodista que busca soluciones y respuestas. Este caleidoscopio que presenta Mario Calabresi tiene, como es lógico, idas y venidas, altibajos, retornos y calles sin salida. En aquellas entrevistas, ya antiguas pero aún válidas, Montanelli señalaba cómo el terrorismo, a diferencia de la Camorra o la Mafia, era un mal ya acabado y que mediante el perdón y el reconocimiento del horror cometido se necesitaba ya cerrar las cuentas. Conjugar esta frialdad y altura de miras es difícil desde el otro lado, desde la intimidad, la soledad y la sensación de abandono que las víctimas han sentido en tantos momentos. Porque al comisario Calabresi no han dejado de matarlo durante décadas, pese a los testimonios existentes sobre su profesionalidad llegando incluso a proponerlo a los altares. Lejos de la santificación del personaje, sin embargo, Calabresi hijo no omite ninguna de estas contradicciones o dudas lógicas así como la dificultad de encajar la ética y el justo rencor con la vida profesional contemporánea: es particularmente significativo el capítulo en el que alude a las dudas por trabajar en el mismo periódico en el que escribía uno de los supuestos asesinos de su padre.

Al margen de la intimidad, de los terrores infantiles, de la sensación de orfandad, Salir de la noche nos envuelve en un sobrecogedor sentimiento de reproche a la llamada clase política y muy especialmente a esa izquierda que durante tantos años ha coqueteado o al menos minusvalorado toda esa lucha armada que dejó cuerpos tendidos en las calles de Italia (Milán, Roma, Bolonia…), cuerpos destrozados por la metralla, mutilaciones, viudas, huérfanos sin que aún nos hayan explicado el triunfo, la necesidad o la eficacia de tales actos. Y esto es verdaderamente actual y necesario en nuestros días. Salir de la noches es, con su estructura abierta entre lo público y privado, un excelente libro-reportaje, entre la memoria, la confesión y el ensayo. Con este texto iluminador, Calabresi ha podido al menos apaciguar su alma, encontrar algunas respuestas y reconocerse más allá del periodista en la mirada de un niño que echa de menos a su padre. Dentro de una editorial y una colección en la que cohabitan elegantemente la narrativa, el ensayo y la memoria, Libros del Asteroide se apunta un tanto con este libro que esperemos encuentre muchos lectores.
David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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Una cita del libro

"Mientras todo se desmorona, triunfan la retórica, la forma, se suceden los funerales imponentes, las autoridades uniformadas, los coraceros del Quirinal, el ministro del Interior de visita en casa y la indignación de la política, que lanza advertencias y promesas. Al cabo de un momento quedan pocas cosas, mínimas. Me imagino a una persona recorriendo la playa en busca de objetos personales después de una tormenta, un huracán, agachándose para reconocer lo que aún le pertenece".

Gregorio Luri
HASTA QUE NUESTRA PACIENCIA SE ACABE:
SOBRE 
EN BUSCA DEL TIEMPO EN QUE VIVIMOS 

GREGORIO LURI.
EN BUSCA DEL TIEMPO EN QUE VIVIMOS.
DEUSTO, 2023
301 PÁGINAS.
ENSAYO / FILOSOFÍA / Contemporaneidades

HASTA QUE NUESTRA PACIENCIA SE ACABE.
SOBRE EN BUSCA DEL TIEMPO EN QUE VIVIMOS. GREGORIO LURI.

Una alumna brillante de hace unos años tenía la costumbre repetitiva de incorporar en sus comentarios de texto el mantra “lo personal es político”. Daba igual que el artículo analizado abordara la lectura, la política, la floración de los árboles o la sanidad. Según ella, había que hacer de todo una lectura política, comunal, social y, por supuesto, catastrofista, pues el mundo es duro, imposible y camina hacia la deriva. La broma se le acabó el día que yo dije en clase que, en virtud de tal proclama, su nota la pondríamos toda la clase en común, porque aunque las notas son secretas, al ser personales deben ser políticas.

Para quien trabaja con adolescentes o universitarios es fácil encontrarse con discursos fuertemente ideologizados, endebles eso sí, pero de una gran fuerza repetitiva. La sociedad patriarcal, el cambio climático, los derechos de los animales son ahora los pilares sobre los que se sustenta toda discusión, las polémicas de cada día.

Seguimos de cerca la obra de Gregorio Luri, a quien consideramos no solo uno de los pensadores más lúcidos de nuestra patria sino uno de los que mejor sabe trasladar esas ideas en el difícil género ensayístico. No es diversión sino gran escritura. Por eso hemos leído con sumo interés el que es uno de los ensayos más sensatos pero a la vez más radicales sobre el complejo mundo ambiguo en el que vivimos, el que sucede a la gran orgía de décadas precedentes.

Me gustan los libros con los que tengo que usar un lapicero. Y eso he hecho con En busca del tiempo en que vivimos. La primera paradoja en la frente o en el título. A la nostalgia enfermiza de Proust se contrapone la indefinición de nuestros días y la creencia de que en todo hay una culpa, que en todo ha de intervenirse, como reiteraba mi alumna y que, por supuesto, no existe escapatoria ni futuro.

Es curioso que este libro se abra y se cierre con alusiones al Romanticismo. La rebeldía del Duque de Rivas o la del Frankenstein era un intento a veces fracasado de ampliar los límites de la conciencia y de la existencia. Estos límites, a juicio de ciertas corrientes políticas y filosóficas se han resquebrajado, dentro de lo que el autor ha denominado como Progresofobia. La tentación de derrotismo es alta: veníamos de los presupuestos empíricos y bonancistas de Pinker, en los que aún creo, y nos topamos con la peor de las pandemias conocidas, ante la cual el ser humano se aferró a la ciencia en primera instancia para desprestigiarla después; destruyó los últimos vestigios del humanismo para envolverse en un todopoderoso animalismo emocional.

Hay un conocido influencer italiano que antes de divulgar su sabiduría por las redes, se postulaba para carmelita en el magisterio de Santa Teresa. Ahora nos despierta cada mañana con preciosos videos de animalicos haciendo el bien y mejorando en sus costumbres a los humanos. Este cambio de paradigma e incluso de religión lo analiza Luri como un cambio de frontera, “un giro emocional” de consecuencias imprevisibles.

El paraíso ha muerto. Los ZIzek y compañía nos llenan las estanterías de textos de postrimerías, como si de un cuadro de Valdés Leal se tratara, mientras no paran de viajar y de dar conferencias de cuatro dígitos al menos. Todo lo que me cabrea de ellos lo he disfrutado con este libro contundente, magníficamente estructurado y escrito por Gregorio Luri. Alguien que no nos dará una respuesta final, ni una proclama ni una homeopatía salvífica sobre nuestro mundo. Pero nos muestra por donde van estas generaciones cansinas, atribuladas que agotan nuestra paciencia. Un ensayo que suena como un tortazo bien dado.

David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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Una cita del libro

"El hombre tiene la capacidad extraordinaria de crear belleza con lo terrible y al recrear estéticamente lo terrible, encuentra el consuelo de la noble mentira."

Juan Ángel Juristo.
EL LONDRES DE CADA UNO
SOBRE 
MI LONDRES SENTIMENTAL (CONFLUENCIAS)

JUAN ÁNGEL JURISTO
MI LONDRES SENTIMENTAL
CONFLUENCIAS, 2022
229 PÁGINAS.
VIAJES / MEMORIAS / Anglofilia

EL LONDRES DE CADA UNO
Sobre el libro Mi Londres sentimental de Juan Ángel Juristo.

Tienen los libros de viajes una sensación de imperfección, de no consumación, que es inherente a la propia categoría del libro. Por eso en este pequeño volumen (en tamaño y longitud) de Juan Ángel Juristo no desentona en absoluto el uso del pronombre posesivo de primera persona en el propio título. No es arrogancia sino necesidad. El viaje, la experiencia, ocurre una única vez y no vuelve a repetirse con otros viajeros ni en otras circunstancias. Por eso, si hablamos de la diversidad de Londres, hay tantos Londres como visitantes y tantos Londres como décadas de su historia.

Un fantasma recorre este libro de Juristo y no Marx, que sería peor compañía: como dos lazarillos en la niebla, nos acompañan Samuel Johnson y su biógrafo Boswell. Como al autor, a mí también me gustan las gratas y cultas compañías y me he recreado en la taberna más antigua de Londres y en los callejones solitarios de la City, cuando los hombres de corbata se han ido ya a sus gimnasios o a sus apartamentos de cristal. Pero es imposible que mi vivencia y la de Juristo sea la misma, por fortuna. Tampoco la de los turistas que van detrás del tópico o la de aquellos que no volvieron a la capital inglesa en las dos últimas décadas.

Se disculpa Juristo al final diciendo que “podría haber finalizado este libro con más referencias a Londres”. Pero las que aporta no son pocas pero sí muy personales, de los años vividos, de sus paseos y de sus compañías. Serán escasas para algunos lectores o desmesuradas para otros pero este carácter de insolvencia, de faena a medio hacer es, como dije, algo característico de los libros de memorias o de viajes. Aquellos que son una memoria literaria y personal, culta y espiritual, no el tripadvisor de los viajes futuros. Aquí sólo se viaja conjugando los verbos en pasados y el lector a veces coincide en los tiempos.
Por edad no conocí el Londres de los setenta. Fui un adolescente de los noventa cuando las innovaciones y el cercano internet acechaban el imperio de Tower Records, de Foyles y de Marks and Spencer. Pero puedo decir que conocí esa transición y que he leído con envidia y con nostalgia estas brillantes páginas sobre un Londres que fue y que las generaciones venideras ya no encontrarán. Sin resentimientos. Es una ciudad muy viva. Y nos ofrecerá nuevos tesoros.

No soy tampoco de discriminar a los visitantes de Londres en una especie de exterminio socio-cultural. Tanto derecho tiene a visitarla el que se pasa horas en Picadilly o en Camdem comprando baratijas como el que se ha empapado de Dickens o de Martin Amis y Zadie Smith. Pero resulta cierto que la cultura es para los viajes a la vez un don y una maldición. Es un regalo en tanto que te permite interpretar diferentes capas artísticas, históricas o sociales que para otros quedarán siempre invisibles. Y es una maldición porque en el caso de Londres, por ejemplo, cualquier tiempo pasado siempre nos parecerá mejor. Sospecho que a Juan Ángel Juristo le ocurrirá otro tanto: que le habría encantado ver los ómnibus de finales de siglo, encontrarse con Wilde en Chelsea, asistir a un estreno de Noel Coward o meterse en un tugurio para las primeras actuaciones de The Kinks. Y es que hay tantos Londres como décadas y como personas. Y todo esos Londres son ya inalcanzables, pretéritos e irrepetibles. Me imagino por ello a Juan Ángel Juristo sonriendo y soñando mientras escribía este libro pequeño y delicioso. Me lo imagino a la vez satisfecho y nostálgico, entusiasmado y melancólico, sabedor de que ese tiempo está ya solo en su memoria personal y que aún así debía compartirlo con alguien, como una botella lanzada al mar por si otro melancólico, herido de Londres en su vida, se digna a leerlo. Pero a ese alguien le faltarán otros momentos, otros lugares, otras experiencias. No importa. Yo soy ese lector. He terminado el libro y no se me ha quitado la sonrisa.

David Ferrer. / davidferrer@arboladura.es

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La

rebotica

Ensayo

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en espera de análisis y tratamiento.

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Chuck Kolsterman

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